Si el trabajo del parto comienza espontáneamente, pero las contracciones no se suceden a un ritmo regular, o bien son demasiado débiles, es posible controlar el parto, es decir, modificar su curso con medicamentos que refuerzan y facilitan las contracciones.
El fármaco que se suministra para acelerar el trabajo de parto es la oxitocina y se suministra por vía intravenosa.
El parto controlado está indicado cuando:
- El trabajo se prolonga excesivamente y la parturienta se queda sin fuerzas.
- El útero agota su capacidad para contraerse.
En ausencia total de contracciones, el parto puede ser inducido artificialmente mediante el uso de medicamentos que provocan las contracciones y que se introducen en la vagina en forma de gel o de sonda.
El parto inducido es necesario cuando:
- La gestante sufre enfermedades que pueden repercutir en la funcionalidad de la placenta, como es el caso de la hipertensión, las enfermedades renales, etc., o bien en el caso de gestosis o diabetes, siempre y cuando no exista sufrimiento fetal (en tal caso debe recurrirse a la cesárea).
- Antes del término del embarazo, se advierte a través de una ecografía, una reducción de la cantidad de líquido amniótico.
- Alrededor de la semana número treinta y dos, se observa que el feto ya ha crecido bastante y corre el riesgo de ser demasiado grande al término del embarazo.
- A pesar de haber transcurrido 24-48 horas desde la rotura de la bolsa amniótica, el parto no comienza espontáneamente.
- La gestación se prolonga más de 42 semanas.
Existen varias técnicas de parto cuya función es la de acelerarlo cuando es necesario, anular la percepción del dolor, o bien, en el caso de la cesárea, hacer que el niño nazca por una vía alternativa a la vaginal.
El parto sin dolor y provocado
Estas dos técnicas tienen el objetivo de acelerar los tiempos del parto.
Si bien no se trata de técnicas peligrosas, son realizadas con la máxima atención por parte del ginecólogo.
El riesgo es el de provocar contracciones excesivas, que a su vez pueden conducir al sufrimiento fetal.
Cuando el útero presenta cicatrices debidas a una cesárea anterior o a otras intervenciones, el riesgo aumenta y la vigilancia debe ser continua.
El parto sin dolor y provocado: Los pros
- El trabajo del parto se acorta, por lo cual se sufre durante un período más breve.
- Es posible establecer con anticipación el día del parto.
- Las contracciones son más fuertes y, en consecuencia, más dolorosas.
- El parto no sigue su curso natural.
- Se precisa un control médico continuo y más riguroso, por lo que la madre está obligada a permanecer en la cama durante toda la duración de la fase de dilatación y a ser monitorizada para controlar las contracciones y el ritmo cardíaco del feto.
La epidural es un tipo de anestesia local que deja insensible la zona inferior del cuerpo, por lo que la futura mamá no siente el dolor de las contracciones durante el trabajo del parto.
La anestesia se inyecta en la parte inferior de la columna vertebral mediante una aguja aplicada a un catéter de plástico, que llega hasta el espacio peridural, zona en la que se encuentran las fibras nerviosas responsables del dolor.
La introducción de la aguja y el catéter se efectúa después de aplicar una suave anestesia local.
Por ello, la mujer no advierte ningún dolor, ni siquiera durante la fase preparatoria.
Durante la aplicación, es necesario que la mamá se tienda sobre un costado, a continuación, puede adoptar cualquier posición, así como realizar algunos movimientos y, si lo desea, caminar.
En España, el 30 por ciento de las mujeres eligen esta técnica anestésica para dar a luz.
Sin embargo, a pesar de que es un método eficaz y seguro, todavía existen algunos prejuicios difíciles de superar, sobre todo, los que tienen que ver con los problemas que pueden surgir después de la inyección.
La anestesia epidural tiene muchos beneficios pero existen algunos casos en el que su uso está contraindicado.
Epidural: beneficios y efectos secundarios
La anestesia epidural carece de contraindicaciones en el 99 por ciento de los casos, pero existen algunos casos en los que está contraindicada.
Epidural: Cuándo se puede utilizar
- La anestesia epidural carece de contraindicaciones en el 99 por ciento de los casos. De hecho, este tratamiento está recomendado para las mujeres que sufren determinados problemas, como diabetes, hipertensión, gestosis, desprendimiento de retina, miopía grave o cardiopatía, y desean evitar la cesárea.
- Por el contrario, la epidural no se debe administrar si existen enfermedades de coagulación, alteraciones de la columna vertebral (como la hernia discal), infecciones graves generalizadas o localizadas en la espalda (como el herpes zoster), enfermedades del hígado, consumo de anticoagulantes o intolerancia a los anestésicos.
- Para establecer la idoneidad de este tipo de anestesia, la futura mamá deberá realizarse análisis de sangre específicos antes del parto.
- Bajada transitoria de la presión.
- Sensación de prurito.
- Hormigueo y pesadez en las piernas.
- Dificultad al orinar.
- Dolor de cabeza.
Así, la epidural:Mucho más interesantes son sus beneficios.
- Favorece la dilatación natural del cuello del útero, con lo que el parto es más rápido.
- Reduce el estrés relacionado con el parto, lo que repercute en el bienestar del bebé.
- No dificulta la lactancia materna.
- Es ideal en caso de que, por alguna complicación, se tenga que practicar una cesárea de urgencia, pues la paciente ya está anestesiada y no se pierde tiempo en prepararla para la intervención.
Los hospitales que practiquen este tipo de terapia deben garantizar a las pacientes una oportuna asistencia en cualquier momento del día y de la noche.
El parto en el agua
La parturienta, en lugar de ser trasladada a la sala de partos, se dispone dentro de una bañera llena de agua a 37 ºC.
El parto es asistido por una matrona y un ginecólogo.
En este tipo de parto el nacimiento se produce en una bañera con agua a 37 ºC.
El parto es asistido normalmente por la matrona y el ginecólogo.
Los beneficios para la mujer son la permanencia en el agua a la misma temperatura que el cuerpo, lo cual posee un notable efecto relajante y reduce los dolores de las contracciones.
Además, favorece la distensión de los tejidos que rodean al cuello del útero, lo cual contribuye a acelerar la dilatación.
Para el pequeño, el parto en el agua constituye una continuación ideal del estado de "flotamiento" en el líquido amniótico, incluso después de haber nacido.
El trauma, por tanto, es menos acentuado porque es más gradual.